* Patricio Conti Olivares y Ray Dante tenían mucho en común, además de sus impresionantes voces. Los dos condujeron programas en radio Power al mediodía. Amaban la música criolla y vivían fumando una cadena interminable de cigarrillos. Murieron abruptamente. Un técnico de la radio los acompañó en la partida al poco tiempo. ¿Es, el mundo de la radio, un lugar donde se habla con la muerte al mediodía?
Por: Carlos Helfer Bejarano
Después de tres muertes, nadie se animaba a conducir un programa al mediodía en radio Power, una potente emisora de la región Tacna que, por estos días, – cosas del destino o de una sonora maldición– también ha pasado a mejor vida.
Fundada por Gino Bacigalupo y Timoteo Huallpa, Power fue la primera radio tacneña en frecuencia modulada (FM). Sus primeras transmisiones se realizaron el 27 de agosto de 1984. La idea del nombre se le ocurrió a Huallpa, quien tenía una empresa llamada “Power Electronics”. En un principio, la radio fue concebida bajo un formato musical, pero el tiempo y la competencia abrieron paso a los noticieros.
El éxito de radio Power quedó marcado en los casettes que regalaban a los fanáticos con las canciones que eran los grandes éxitos de la época. Eran souvenirs que aún recuerdan el tiempo de gloria de una empresa que ahora forma parte de la nostalgia radial de Tacna. En una reciente transacción comercial, la frecuencia de Power ha sido comprada por una cadena nacional de radio. El 30 de abril fue su última transmisión. Ahora, en los 98.1 de la FM se escucha la programación de radio La Exitosa.
En su cabina, se escribieron muchas páginas de la historia radial de esta parte del Perú. Los principales locutores y comunicadores de la región pasaron frente a sus micrófonos; pero dos de ellos marcaron una época singular e irrepetible: Patricio Conti Olivares y Ray Dante fueron las estrellas indiscutibles de la programación de radio Power. Con los dos, también empezó una especie de broma macabra del destino tras conducir un espacio criollo al mediodía.
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Tenía un talento especial para declamar poemas. Su voz, pausada y melodiosa, le daba un ritmo particular a cada verso. Patricio Conti Olivares compartía el periodismo con su afición por la radio y su pasión por la poesía. Verso y Melodía fue el proyecto radial en el que plasmó esa pasión. “Era uno de los mejores declamadores de Tacna” recuerda su amigo, José Giglio Varas, director del Archivo Regional de Tacna.
Su hermana Anisia, a quien ubiqué en Tacna, me contó que los poemas de Pablo Neruda eran los preferidos de Patricio. “Puedo escribir los versos más tristes esta noche. / Escribir, por ejemplo: La noche está estrellada / y tiritan, azules, los astros, a lo lejos...” recita el Poema XX, mientras sus ojos se llenan de lágrimas y el recuerdo ahoga su voz. Han pasado once años, pero la partida de “Pato” la conmueve como si todo hubiera ocurrido ayer.
La vida de Patricio Conti siempre estuvo ligada a la radio y al periodismo. En el colegio Francisco Bolognesi, destacaba en el club de periodismo Paladines de la juventud. Con 16 años, coqueteó por primera vez con los micrófonos en radio Tacna. Cajita Musical sería uno de sus primeros programas. También es conocido su paso por Panamericana Televisión como periodista en Lima y ejerciendo de Administrador de América Televisión – Filial Tacna. Ya en los ochenta, se hizo cargo de la jefatura de Relaciones Públicas de Southern Perú, empresa minera con yacimientos cupríferos en Moquegua y Tacna.
Después de unos años, ya en Tacna, decidió volver a dirigir un programa radial. Fue radio Power la que, en 1998, le abrió sus puertas y empezó la historia de Al compás del criollismo. Se emitía al mediodía y, rápidamente, ganó una gran audiencia. Ése sería el último espacio radial que conduciría en su vida.
“Patricio era un criollo de salón, no de rompe y raja o bohemio como muchos lo son ahora. Un señor que hacía de la música criolla una clase” lo describe José Giglio.
Su cuerpo siempre espiraba aroma a tabaco. Nunca le faltaba una cajetilla de Marlboro lista para convertirla en cenizas. Durante su programa, iba encendiendo un cigarrillo tras otro, como se van cambiando de discos en la radio. La cabina se llenaba de humo y, desde el medio de esa nube, su voz, como caída del cielo, encantaba a los oyentes.
Carlos Serna fue el disc jockey que acompañó a Patricio Conti en radio Power. Habla pausado y los recuerdos de esos días le llegan a la memoria como los viejos hits del criollismo peruano que cautivaron a varias generaciones. “Siempre fumaba. Ni bien acababa uno, ya encendía otro y así se pasaba todo el programa. Eso sí, era un caballero muy amable sobretodo” me dijo Serna, sentado frente a los controles en la cabina de radio Power. Hablamos a mediados de abril, cuando ya se alistaba a dejar su puesto ante la inminente llegada de los nuevos dueños.
Si el escritor francés, André Gide, (premio Nobel de Literatura 1947) plasmó en su diario que “escribir es un acto complementario al placer de fumar”, se puede decir que, para Patricio Conti, la radio era su complemento al placer de fumar; pero, a diferencia de Gide y de otro gran fumador como el escritor peruano, Julio Ramón Ribeyro, Patricio Conti no murió octogenario ni fumando. Su muerte fue un infierno.
Ray Dante también era un fumador de aquellos que sostiene que la vida sin tabaco no es vida. Él le agregaba un poco de bebida a sus trajines. Carlos Serna, quien también fue su operador de sonido en radio Power, recuerda que Ray Dante llegaba siempre con tres cigarrillos en el bolsillo de la camisa. No los consumía de golpe, los iba fumando con sumo placer a lo largo del programa mientras bebía una cerveza o un vaso de whisky.
Si menciono a Carlos Prüss Sánchez, pocos o nadie, distinguiría de quién se trata; pero, hablar de Ray Dante, es mencionar a una leyenda de la locución peruana que, cosas del destino, nació circunstancialmente en Santiago de Chile el 20 de mayo 1949 regresando, a los días de nacido, a Lima.
Antes de llegar a Tacna, Carlos Prüss Sánchez fue un reconocido locutor en Radio Nacional en Lima. Cachetes regordetes y una voz envidiable. Su nombre artístico llegaría como un homenaje a Ray Alcóver, músico brasileño y padre de la actriz Regina Alcóver; para mayores señas, Regina es la madre del cantautor peruano Gianmarco, ganador de un premio Grammy.
En los años 70, Ray Dante era un promotor incansable de festivales, extraordinario locutor, ameno y cordial; pero, sobretodo, amante del rock. Tenía una canción favorita: Show me the way (Enséñame el camino), de Peter Frampton. También era fanático y conocedor de The Beatles.
Amaba al Perú como sólo lo hacen quienes lo conocen profundamente y llevan su cultura en las venas. Ray Dante cultivó, desde su infancia, la afición por la música criolla; ya de adulto, sería un jaranero de rompe y raja.
Por el año 1981, un proyecto empresarial, con Marcelo Martire, lo trajo a Tacna para hacerse cargo de la administración de las discotecas Red Pepper y Safari Club, que permanecen en la memoria de una generación fanática del rock en español. Junto a ello, ingresó a Radio Nacional en Tacna, además de otras actividades que lo llevaron a participar en programas televisivos locales.
He logrado comunicarme con la hija de Ray Dante. Se llama Carla y vive en Temuco, Chile, junto a su esposo e hijos. “Me imagino que el traslado tuvo que ver con mejorar sus condiciones de vida. Lo que sí te puedo asegurar es que Tacna fue el lugar en el que fue más feliz y la ciudad que más amó” me escribe a través de facebook.
Tras la muerte de Patricio, fue Ray Dante quien asumió, en radio Power, la conducción del programa Al compás del criollismo. En el mismo horario de siempre: el mediodía y de lunes a viernes. Los domingos regresaba a la cabina para conducir El gran domingo Power desde las nueve de la mañana.
Carlos Serna aún lo recuerda conduciendo de pie; no sentado como el resto de locutores. Presentaba canciones criollas y las amenizaba con anécdotas que le venían como ráfagas a la cabeza. Su conocimiento de la música peruana era envidiado por muchos. No tenía mayores ínfulas ni poses. La única frase que repetía con orgullo era “yo soy locutor”. Dedicaba cada canción a algún familiar o amigo; lo que no permitía, jamás, era que le interrumpieran con llamadas telefónicas solicitando algún tema. Él decidía qué sonaba y qué no.
Cuentan que durante el tercer aniversario de la radio, en un restaurante de la avenida San Martin, todos los invitados, autoridades y anunciantes, felicitaban a Gino y Timoteo por el éxito de la emisora. Ray, inquieto como siempre, se levantó de su asiento, se acercó al estrado y cogió el micrófono: "He escuchado felicitaciones de todos a los dueños, pero se olvidan de lo más importante. La radio es trabajo de su gente, de los locutores que día a día están en contacto con ellos, que son lo más importante en la radio. ¿Qué haría un transmisor, unos equipos, si no hay gente que haga delirar a la audiencia con su creatividad?" pronunció. Los invitados aplaudieron en pie el improvisado, pero certero discurso de Ray.
Charito Mistral, la voz más emblemática del criollismo tacneño, recuerda con mucha nostalgia a Ray Dante y Patricio Conti. “Eran unos caballeros de aquellos. Patricio era bastante diplomático y muy educado. Ray era muy amable y de buen comer. Recuerdo que nos encontrábamos en el Rancho San Antonio y me pedía que me acerque a su mesa. Era muy ameno” me cuenta.
Al igual que Patricio Conti, Ray Dante tuvo un final inesperado después de conducir Al compás del criollismo, al mediodía y en radio Power.
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Una leyenda negra se originó en Tacna luego de las muertes de Patricio Conti y Ray Dante. Algunos periodistas y locutores alimentaron el mito del “horario maldito”; para otros, no es más que una casualidad fatal, un destino inevitable.
Tras la secuela de muertes, corrió el rumor de que, el horario del mediodía criollo en radio Power, era peligroso. Estaba maldito. El miedo invadió a algunos locutores que se negaron a asumir la conducción del programa en ese horario. Sólo se escuchó música criolla durante varios meses. “Es un mito. Yo creo que fueron cosas del destino y la casualidad” me comenta una trabajadora de la radio que se acercó mientras conversaba con Carlos Serna.
Pero los mitos duran hasta que algún escéptico aparece en escena. En el caso de radio Power tiene nombre propio. René Flores fue el periodista, criollo y jaranero, que no creyó en cuentos y aceptó el reto de dirigir el espacio del mediodía. Eso sí, duró poco tiempo en relación a los anteriores conductores. Estuvo dos años (2006 al 2008). Él niega que haya sido por temores relacionados al supuesto maleficio sobre el programa criollo lo que motivó su retiro. Afirma que fue por problemas familiares.
“A mí me decían: ¡Chino, tú eres el tercero! pero yo no soy supersticioso. No creo en eso, soy cristiano” comenta Flores, mientras caminamos por la alameda Bolognesi en el centro de Tacna.
Vamos con paso apurado. Las preguntas se suceden una tras otra y reciben como respuesta pequeñas réplicas que dejan insatisfecho mi deseo de saber su opinión respecto a un mito que no desmiente, pero que tampoco reafirma. Proseguimos y recuerda haber trabajado con Patricio Conti en radio Tacna (la radio más antigua de la región) y haber coincidido con Ray Dante en la Asociación de Locutores de Tacna.
Seguimos caminando y nos encontramos con Rubén Cuentas Silva, conductor de un espacio periodístico en radio Power. Una vez que estamos los tres y, conocedor del tema que voy abordando, Rubén Cuentas arremete a quemarropa contra Flores: “Chino, dile la verdad, dile que te fuiste de la radio por miedo a ser el tercero” bromea Rubén. Se estrechan las manos y ríen, pero la sonrisa de René denota algo de incomodidad y nerviosismo. Intercambian un par de palabras muy cordiales y se despiden. Rubén se dirige a su programa que empieza a las diez de la mañana y René va a la ceremonia por el Día del Poeta.
Antes de despedirse, me aclara muy serio: “No estoy para creer en esas cosas. No soy supersticioso. Nunca pensé que, dirigiendo Al compás del criollismo, iba a encontrar la muerte. A mí me gusta la música criolla y por eso acepté”.
El tercero no fue René Flores, sino Timoteo Huallpa, socio y técnico principal de radio Power.
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El martes 16 de mayo del año 2000, Tacna fue estremecida por una de las muertes más imprudentes y conmovedoras de su historia reciente. Cerca a la medianoche, un camión cisterna, cargado de kerosene, embistió al auto de Patricio Conti Olivares. Lo arrastró cerca de 120 metros. El golpe destrozó el tanque de combustible del vehículo del periodista y la gasolina empezó a caer al asfalto como un reguero de pólvora. El chofer del camión no se detuvo, estaba ebrio. El combustible se prendió por la fricción y se desató el infierno.
Patricio Conti no pudo escapar del fuego. Su Ford color plomo se convirtió en una antorcha que iluminó de tragedia aquella noche de mayo. Treinta y seis bomberos lucharon tres horas para apagar el fuego. Cinco tanques cisternas de agua fueron necesarios para controlar el incendio.
Todo ocurrió en la cuadra catorce de la Av. Celestino Vargas, en el distrito de Pocollay. Patricio Conti llegó hasta allí para dejar a una persona; cuando estaba por retirarse, el cisterna chocó la parte posterior de su vehículo y ocurrió la tragedia. Tomas Chambi Laura fue el irresponsable chofer que apagó para siempre la voz de Patricio a los 59 años.
Los diarios de la época describen que fueron alrededor de cincuenta horrorizados vecinos los testigos del accidente. Algunos de ellos atraparon a Chambi Laura cuando intentaba darse a la fuga; sin embargo, su captura fue en vano: la justicia no lo encontró culpable.
Rubén Cuentas Silva, por ese entonces decano del Colegio de Periodistas de Tacna, recuerda que esa noche un amigo fue el heraldo que le anunció la muerte de Patricio. “Me llamó Oscar Liendo Duarte y me da la noticia de que era muy probable que Patricio Conti había muerto” recuerda. Luego, se dirigió al lugar y confirmó la terrible noticia.
“A todos nos dolió que se fuera de esa forma de este mundo. Nadie merece una muerte como ésa, menos alguien como Patricio, un buen profesional, un extraordinario ejemplo de periodista y un gran amigo” rememora Cuentas Silva.
Un día antes, Patricio almorzó en la casa de su hermana Anisia. Tarareaba una canción de Facundo Cabral en honor a un amigo fallecido en Argentina. En un momento del almuerzo, “Pato” le diría en tono profético: “Anisia, por favor, el día que me muera que me canten A mi manera y Gracias a la Vida”. Nadie imaginó que, veinticuatro horas después, se necesitarían esas canciones para darle el último adiós.
Carlos Serna me cuenta que, después de la muerte de Patricio Conti, su amigo Ray Dante le solía comentar en la cabina: “Cómo se nos fue Patricio. Nadie tiene la vida comprada”. Dos años después, Ray transitaría la misma senda que lleva a la muerte.
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Cuando la policía encontró a Ray Dante, ya no hacía falta un médico, sino un fiscal para que ordene el levantamiento del cadáver. Había desaparecido el viernes y nadie dio con su paradero hasta el domingo 16 de diciembre de 2002.
Su perro Coby fue el último que lo vio con vida. Ladró tres días al lado de su cuerpo hasta que una vecina, alarmada por el incesante bullicio del perro y por el mal olor que crecía en el ambiente, llamó a la policía.
Carlos Enrique Prüss Sánchez falleció a los 53 años de un paro cardiaco fulminante, dos días antes que hallen su cuerpo. Su corazón no resistió el trajín de su agitada vida.
La última vez que Carlos Serna vio a Ray Dante, fue el jueves 13 al final del programa del mediodía. “Como siempre, dejó sonando una marinera y se despidió” recuerda. El viernes no llegó a la radio y empezó la preocupación. Ray Dante nunca faltaba, incluso los días en que la mañana lo sorprendía en plena jarana. Igual llegaba a la radio para conducir sus programas. Era conocida su puntualidad inglesa.
El domingo tampoco llegó y Carlos Serna tuvo que hacer lo que tantas veces le había recomendado Ray Dante por si alguna vez tenía un retraso: “Si no llego a tiempo, arranca nomás con música”. Hasta ese momento, se ignoraba el extraño propósito del destino.
De un momento a otro, el ruido incesante del teléfono invadió la cabina de radio. Todas las llamadas con la misma pregunta: “¿Es cierto que Ray ha muerto?”. Carlos, perplejo ante la noticia, no tenía una respuesta. Esclavo de su consola y del trabajo, desconocía lo que ocurría en la avenida Leguía donde vivía Ray. Otras radios ya informaban del hallazgo que hizo la policía.
Minutos después, una llamada le esclareció el panorama. El dueño de la radio, Gino Bacigalupo, le confirmó el desenlace que tantas llamadas le advirtieron. El programa dominical, tal como lo habría hecho Ray Dante, continuó hasta la una de la tarde. Carlos Serna respetó las secciones y la música que siempre se emitía en estricto orden de género: De 9 a 10 horas, música en inglés; de 10 a 11, canciones de todos los tiempos; de 11 a 12, música variada y, de 12 a una, música criolla. Ray había muerto, pero el show continuó, sólo ese día, sin su presencia.
La policía encontró el cuerpo de Ray Dante en un rincón de su departamento. Él vivía solo; su única compañía era Coby quien, tranquilo y melancólico, esperó inútilmente el rescate de su amo.
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Con la muerte de Patricio Conti y Ray Dante se cerraba una página importante de la radiodifusión en Tacna y nacía un mito que hasta hoy da vueltas en la cabeza de muchos: la maldición del mediodía en radio Power.
“Yo creo que son coincidencias de la vida; aunque algunos piensen lo contrario” señala José Giglio. No obstante, reconoce que ciertas personas pueden sugestionarse y negarse a ocupar los espacios que dejaron las personas que fallecieron.
En el caso de Al compás del criollismo, la situación fue real y no sólo especulación. Nadie se animó a conducir el programa hasta que apareció René Flores, pero después de él, continuó la maldición; pues los dueños de la radio tuvieron que poner programas grabados en ese horario ante la negativa de los locutores de asumir el espacio.
“A mí me hubiera gustado ser locutora para hacer un programa criollo al mediodía para que sepan que no existía tal maldición” me dice Anisia Conti.
El 16 de mayo, Patricio cumple once años de fallecido. Cuatro días después, Ray cumpliría 62 años y, por coincidencias del destino que los mantiene unidos a través de un cordón umbilical, incluso hasta en la muerte, el pabellón del cementerio de Tacna en el que está enterrado Ray se llama Santa Rosa y el cementerio donde descansan los restos de Patricio, en Lima, se llama, paradójicamente, Santa Rosa.
Rubén Cuentas tiene su propia conclusión de esta historia y me la dice mientras conversamos en una banca de la Alameda Bolognesi, frente a Radio Power. “Parece que el Señor quería tenerlos en primera fila y se llevó a un gran periodista como Patricio Conti, luego a un gran locutor como Ray Dante y parece que le faltaba un técnico que le arreglara la radio y se llevó a Timoteo”.
El desenlace de tanto misterio fue otra muerte: la de radio Power, tras la venta de su frecuencia a una cadena nacional. “Si existe algún asidero a esa maldición, quizás lo mejor haya sido vender la radio” reflexiona José Giglio.
Como la letra melancólica de algún vals criollo, Radio Power le ha puesto punto final a su aventura empresarial. Ahora, sólo resuena en la mente y recuerdo de quienes la escucharon. Así, como la voz en la radio no regresa, luego de ser emitida; la muerte tampoco ofrece retorno.